Es inevitable. Hoy me siento como Benigni en La vida es bella (Italia,1997).
Sospecho que estos días somos millones quienes regateamos la crisis, disfrazamos el vértigo del desempleo, la ansiedad de las cuentas que adelgazan... para que, durante unos años más, los enanos sigan creyendo que todo es mágico, un juego divertido. Eso, que la vida es bella.
Lo que aún no saben es que la crisis no existe, que son los padres.
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