Cambiar de caracola tiene mucho de renovación, también de desorientación y salto al vacío.
Se tarda un tiempo en descubrir qué personaje duerme al otro lado de la pared, ésa sobre la que ahora reposa el cabezal de mi cama; en saber a quién molestan mis pisadas, de dónde vienen los ruidos o a qué volumen puedo escuchar la música y seguir pasando desapercibido.
Por ahora, sólo unos saludos a desconocidos mientras invado el pasillo y bloqueo el ascensor con mis pertenencias, con buena parte de mi intimidad aireándose por las ranuras de cajas y bolsos. Fragmentos de mi biografía que miran de reojo esos extraños que suben y bajan, como queriendo escudriñar el imaginario del nuevo habitante del gran caparazón que ahora compartimos.
3 comentarios:
Seguro que es para bien. Las caracolas hay que cambiarlas de vez en cuando, porque se vuelven asfixiantes.
Mucha suerte.
Like your writing style!! Please keep on working hard. ^^
Cambiar de casa y aires siempre es bueno, al menos sirve para eliminar cantidad de vanalidades inecesarias que se acumulan sin darte cuenta, hasta que te mudas. Limpieza inmisericorde,Javi.Suerte.
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