Redujo el universo al tamaño de su cerebro, dejando una minúscula puerta de acceso, a la medida de su estrecha silueta.
Invirtió sus días en cazar sombras y ecos, todo aquello que no cabía por su entendimiento.
Hizo de su vida una trinchera, desde la que disparar a lo diferente, que tanto la amenazaba.
2 comentarios:
es su naturaleza
Las guerras de trincheras son muy sucias, en lo referente a crueldad y víctimas. Todas lo son pero no resultan comparables con la fría y húmeda soledad de la trinchera.
Me voy, necesito respirar aire limpio aunque me peguen un tiro por la espalda, peor no me puedo sentir.
Si puedes, ayudala, sólo me quedan fuerzas para escapar corriendo.Isidoro.
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