Me confieso reincidente y, además, apologista de los delitos de ingenuidad y opinión.
Infrinjo sistemáticamente la norma básica de supervivencia que obliga a desconfiar de las intenciones del prójimo.
Acepto mi culpabilidad por analizar las situaciones, los procesos, las relaciones, los sistemas, por elaborar mis propias ideas y conclusiones. Más aún, por expresarlas sin pelos en la lengua, revolcándome en el fango de la fe ciega en que mis interlocutores compartirán el placer de pensar, evaluar, revisar, experimentar, mejorar, crecer.
Admito mi desconocimiento de la ley de la selva, de la competitividad constante, aún sabiendo que eso no me exime de su cumplimiento.
Hago apología militante en favor de los procesos educativos, del trabajar con personas contagiando el razonamiento y la interiorización consciente del por qué de las cosas. Combato el castigo como exclusiva herramienta educativa, la autoridad bajo amenaza, el respeto por temor.
Soy manifiestamente responsable de creer en la capacidad creativa de todas las personas, en la obligación de escucharlas, por mucho que al final alguien deba tomar una decisión y asumir la responsabilidad.
Aunque, advierto, delinquir no es un placer y tiene penosas consecuencias.
1 comentario:
desde el otro lado del mundo me alegra recordar que eres rebelde, para mi por excelencia...
"...preferible hacernos morir como rebeldes y no vivir como esclavos"
Sandino
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