I.
La Laguna, Tenerife. Año 2008. La población roza los 150.000 habitantes. Casi 20.000 menores de 14 años. No hay pediatras en los servicios de Urgencias. Si un niño se pone enfermo ni siquiera lo pasan con un médico, lo desvían directamente al municipio de Santa Cruz, al Hospitalito.
II.
Servicio de Urgencias de la lagunera avenida Trinidad. Una auxiliar apunta en un ordenador los datos de los pacientes que llegan a una sala de espera abarrotada. Entre estornudos y toses, de pronto se oye la voz aguda de la funcionaria: “Acaba de caerse el sistema. Se perdió la lista de pacientes y el orden de llegada. Así que se tienen que organizar ustedes solos”.
Caras de asombro, comentarios nerviosos, alguno jocoso y un leve eco de risas.
Unos minutos más tarde, personal sanitario intenta recuperar la información y tira de agenda para que algún contacto telefónico le recuerde cómo hacerlo. Nada. La lista de pacientes no aparece.
Finalmente, toma el mando el segurita del centro sanitario. Su criterio: “Que pasen los niños y los ancianos primero.”
III.
El Hospitalito está lleno de padres con chiquillos que tosen, que arden en fiebre, que se rascan sin control… La concentración de virus en la sala de espera nubla la vista a todo el que llega. Muchos, pese a la lluvia, prefieren esperar fuera.
La escena la interrumpe un hombre que entra con una joven inconsciente cargada a la espalda. Una tercera persona va con ellos y es la que pide permiso a quienes esperan para ser atendidos en la ventanilla. Nadie pone pegas, salvo la auxiliar. “No podemos atenderla, este centro es sólo para niños”, y le recita los lugares a los que puede ir.
Quienes le cedieron el paso en la cola se miran e intervienen. “ ¿Y si no llega a tiempo?, ¿si se pone peor por el camino?, ¿no la puede ver primero un médico?” Accede. Minutos más tarde, la joven es trasladada en ambulancia a otro centro sanitario.
La auxiliar se justifica: “Es que a veces montan estos numeritos sólo para colarse”.
Los tres eran orientales.
IV.
La sanidad privada de Tenerife: También hay colas. Tampoco hay pediatra. Sólo lo llaman si la urgencia es muy urgente.
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