Todo sucede a modo de espiral. Vamos dando vueltas por situaciones similares una y mil veces. Las afrontamos de forma distinta cada vez, porque ya no somos los mismos. Éllas, las circunstancias, tampoco reaparecen idénticas, aunque cuánto se parecen.
También influirá nuestra tendencia a etiquetar. Encontrarle parecido a lo nuevo con algo que ya conocemos nos da una cierta seguridad, una falsa sensación de control que nos tranquiliza. Creemos que comprendemos lo que pasa, aunque siempre se nos escapan miles de variables. Sin olvidar que la mayoría de los casos no tienen maldita explicación.
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