Sus antepasados más remotos habían llegado a aquellas islas desiertas en unas embarcaciones que a duras penas soportaban el ir y venir de las olas, en algo parecido a las pateras de ahora, También partieron del continente, en busca de lugares menos hostiles, aprovechando los días en que el océano estaba calmado.
Los descendientes de éstos, siglos después, se emparentaron con unos blancos que llegaron con armaduras, a bordo de otras pateras más grandes, arrastradas por velas. Ésos querían comer más y mejor, acumular riquezas, títulos y propiedades.
Antepasados más próximos tuvieron que meter sus cosas en una maleta y subirse a otras pateras, en busca de comida y mejor suerte en otras tierras.
Familiares más cercanos, a bordo de pateras voladoras, se afincaron en las Islas, huyendo de la misma miseria.
Hoy, en cambio, pese a los muchos viajes en patera que lleva en su sangre, pretende poner alambradas al océano. No quiere saber del hambre ni de sus motivos y le tiene fobia a los extranjeros. Tuvo oportunidades, pero ha sido incapaz de comprender que la historia de la humanidad no es más que una sucesión de migraciones, la constante huida del hambre, la búsqueda de lugares menos hostiles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario