Rincones mágicos, de Begoña Ortega.
Ella vivía en su bosque encantado.
Atendía a sus hijos y acudía al trabajo, pero sin salir jamás de su universo de flores, espigas y duendes.
Él quemaba décadas experimentando vidas.
Ella se arrinconaba en su azotea, para divisar árboles donde sólo había edificios; ríos por donde pasaban autopistas; magia y paz en el humo y las prisas.
A él le gustaba enterrar los pies en la arena, subirse a cualquier cima y tomarle la verdadera medida a la ridiculez humana, ésa que se esparce por las aceras.
Aquel amanecer, ella bajaba de la azotea cuando él subía a su montaña.
Se cruzaron en la escalera.
Atendía a sus hijos y acudía al trabajo, pero sin salir jamás de su universo de flores, espigas y duendes.
Él quemaba décadas experimentando vidas.
Superadas más de siete, seguía con ansias de descubrir.
De continuar encontrándose.
De continuar encontrándose.
Ella se arrinconaba en su azotea, para divisar árboles donde sólo había edificios; ríos por donde pasaban autopistas; magia y paz en el humo y las prisas.
A él le gustaba enterrar los pies en la arena, subirse a cualquier cima y tomarle la verdadera medida a la ridiculez humana, ésa que se esparce por las aceras.
Aquel amanecer, ella bajaba de la azotea cuando él subía a su montaña.
Se cruzaron en la escalera.
Galería de imágenes de Begoña Ortega (Nokwsi).
No hay comentarios:
Publicar un comentario