Cuando se vino a dar cuenta, tenía la agenda repleta de citas, compromisos y mil tareas por hacer. Ese estrés le hacía sentir vivo, decía.
Al final del día, al volver agotado a casa, seguía rebuscando más y más ocupaciones.
Cuando finalmente se rendía, ya en horizontal, miraba atrás y comprobaba que su aparatosa jornada no había sido más que una montaña de cajas huecas, una pila de viejos envases vacíos.
Al final del día, al volver agotado a casa, seguía rebuscando más y más ocupaciones.
Cuando finalmente se rendía, ya en horizontal, miraba atrás y comprobaba que su aparatosa jornada no había sido más que una montaña de cajas huecas, una pila de viejos envases vacíos.
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