De las muchas facultades humanas, me fascina de modo especial la de renacer: la capacidad de reconstruirnos, de superar los malos tiempos y las caídas, de reinventarnos para seguir adelante.
Como estrellas de mar, como rabos de lagartija, tenemos la posibilidad -no siempre indolora, me temo- de volver a levantar el castillo de arena que se llevó el último oleaje.
Tan sólo que, si no aprendemos, si nos limitamos a reproducir diseños, materiales, esquemas... corremos el serio peligro de caer derrumbados por la próxima marea.
1 comentario:
Afortunadamente el aprendizaje va implícito en cada marejada capaz de asolar -no todas lo son- los castillos que construimos o nos afanamos en reconstruir. O quizá no?
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