Con la primavera llega el ritual de subir a las Cañadas del Teide, en busca de sus indiscutibles protagonistas. Los tajinastes rojos, además de elegantes (también fálicos), forman una especie caprichosa, que exhibe sus flores de forma casi espontánea, cuando se le antoja, y durante muy pocos días. Así es que uno nunca sabe si los encontrará engalanados ni cuál será el mejor día para acudir a su cita. Quizás sea eso lo que le da más encanto aún al ritual de ir en su busca.
Este año encontré unos pocos ejemplares enrojecidos. En la ladera que está frente al valle de Ucanca, ya se habían secado muchos, aunque unos pocos aguardaban todavía verdes, en espera de su momento.
Si se animan, no se demoren. Si no, siempre vendrá otra primavera en la que probar suerte.
Este año encontré unos pocos ejemplares enrojecidos. En la ladera que está frente al valle de Ucanca, ya se habían secado muchos, aunque unos pocos aguardaban todavía verdes, en espera de su momento.
Si se animan, no se demoren. Si no, siempre vendrá otra primavera en la que probar suerte.
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