Ingrávido, disfrutaba del silencio entre el cosquilleo de las burbujas que le corrían por el cuerpo.
Pero en seguida le faltó el aire, así que no le quedó más remedio que emerger, volver al bullicio de la playa abarrotada de turistas, domingueros y cemento.
Pero en seguida le faltó el aire, así que no le quedó más remedio que emerger, volver al bullicio de la playa abarrotada de turistas, domingueros y cemento.
2 comentarios:
Pues sí, conozco esa maravillosa sensación de ingravidez y libertad. No sé qué dirá la madre de Saulo pero para mí las inmersiones embarazada fueron auténticas revelaciones.
Mañana espero poder sentar a mis hijos a comentarle a Saulo.
Siento el retraso.
Un abrazo.
Me has hecho recuperar la sensación que me recorría cuando hacía submarinismo.
Delicioso.
Siempre he pensado que estar en el utero se siente así...sólo que ni recordamos.
Dos besos, Javier..uno para ti, otro para S.
Publicar un comentario