Vale, que sí, que estoy de acuerdo en eso de la visión holística de lo humano, con aquello de las muchas patas sobre las que nos sostenemos y andamos: la física, la intelectual-cultural, la emocional y hasta la espiritual, para quien la tenga, juraría que no es mi caso. Aún así, hay pocas cosas tan inútiles como teorizar sobre los sentimientos.
No se trata de negarlos, en absoluto. Todo lo contario. Están en el meollo de todas nuestras cuestiones: acciones, reflexiones, salud... al tiempo que se dejan influir por todas ellas.
Es precisamente por eso que teorizar sobre la emociones es tremendamente subjetivo y contextual. Las metaemociones son un constructo sesgado de lo que sentimos, una montaña de arena.
Mucho más si tenemos en cuenta la limitación de las palabras, que no hay verborrea capaz de describir todos los detalles de cada cosquilleo, cabreo, enamoramiento, indiferencia...
Sin entrar en el significado personal que cada cual le da a cada término. En tal caso, apaga la luz y vámonos.
Las emociones están para sentirlas, para dejarlas fluir. No nos queda otra. Ni reprimiéndolas dejan de condicionarnos.
Para todo lo demás están los poemas, los boleros, los tangos, la baladas, el rock and roll y hasta el havy metal. Lo que más nos valga en cada momento y ocasión.
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