Es que no se puede uno fiar de nadie.
Ahora nos cuentan (pincha aquí) que Robin Hood, aquel héroe de la infancia que nos enseñó lo justo que resulta robar a los ricos para repartir la riqueza entre los pobres, pues ése mismo no era más que un sicario.
Ahora nos cuentan (pincha aquí) que Robin Hood, aquel héroe de la infancia que nos enseñó lo justo que resulta robar a los ricos para repartir la riqueza entre los pobres, pues ése mismo no era más que un sicario.
Lo dicho, ya no queda nadie a quien creer.
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