Si esta navidad, para empezar, en lugar de regalar objetos, obsequiamos algo de nosotros: unas horas de tiempo, una conversación, un rato de escucha o un silencio cómplice…
Si nos despojamos de la dependencia de las cosas y compartimos las imprescindibles: coches, casas, cocinas…
Si ponemos en común las ganas y las ideas…
Si dejamos de vivir en burbujas individuales, unifamiliares...
Si cambiamos el temor al prójimo por sentirnos parte de un todo, tomando conciencia de comunidad, de los recursos de los que disponemos y, de paso, buscamos el modo más racional de compartirlos, repartirlos, conservarlos…
Si admitimos que cada cual evoluciona a su ritmo y hacia donde considera pertinente, puede o se le antoja…
Si abandonamos las frivolidades estéticas y los uniformes, especialmente los ideológicos…
Si usamos las máquinas para lo que necesitamos y nos liberamos de la adicción al último modelo de cualquier cacharro…
Si, por una vez, probamos a comprar/consumir sólo lo que realmente necesitamos...
… entonces, entonces sí que 2011 será un año realmente diferente.
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