Me gusta el Carnaval de la calle. Me gusta porque lo vi a escondidas en los años oscuros, cuando los grises corrían tras cualquier cosa que se moviera. Lo tenía cerca, porque fue en mi barrio donde se aletargó hasta que pudo desparramarse por toda la ciudad.
Me gusta el Carnaval de la calle porque invita a quitarte las caretas, a ser lo que te apetezca, a hablar con cualquiera, a bailar como y con quien quieras, a transformarte y reinventarte.
Me gusta el Carnaval porque en esos días el caos se apodera de las calles. Todo vale y nada molesta.
Es por eso que cada año me obligo a salir al menos una noche. Aunque no me apetezca. Saco las cajas de los disfraces, recombino pelucas y trapos viejos. Un poco de imaginación y, hala, a la calle. Nunca me arrepiento.
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