Cruzó el Atlántico en busca de su pedazo de paraíso. Lo que encontró fue una panadería de Valencia donde tenía que trabajar 12 horas diarias para cobrar 23 euros. A menos de 2 euros la hora.
Después de casi dos años entre harinas, una de aquellas máquinas de amasar le arrancó un brazo. El ejemplar empresario español se lo tiró a la basura. Con él hizo casi lo mismo, pero en las proximidades de un hospital con su hombro ensangrentado. Antes le obligó a prometer que no contara nada de lo sucedido, que por ningún motivo lo nombrara ni hablara de su empresa.
3 comentarios:
¿Es usted chileno?
Soy descendiente de Chileno!
Al llegar a tu blog y comenzar a leer, no me basto con solo leer algo, tuve sed de leer mas... En "Empresarios de harina" retratas la realidad de algo muy crudo, y de la manera en que esta escrita capto mi atencion, me llego realmente.
Querido, "nuestra realidad" siempre nos supera... date un baño "superfluo"....
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