El colmo de la estupidez. Hay gente que discute sus creencias en vallas publicitarias. A unos les da por poner anuncios en el transporte público que cuestionan la existencia de dios, mientras que otros, ofendidos, reafirman sus convicciones religiosas en los mismos soportes.
Para más INRI, esto que hacen ahora en Madrid y Barcelona se lo han copiado de Londres. Ni siquiera es una disputa original. Suponiendo que quedara alguna originialidad por aportar en tema tan manido.
Quienes realmente han visto los cielos abiertos, claro está, son las agencias publicitarias.
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