miércoles, 24 de febrero de 2010

El último primate vive en la casa del árbol



Dos actrices metidas a cantantes, o viceversa. Dos mujeres que cantan promocionan sus nuevos discos en estas fechas. También comparten el tener más carisma que voz y unos vídeos con estética atractiva. Pasen y vean. Juzguen ustedes.

martes, 23 de febrero de 2010

pecado original



Y si el pecado original, ése sobre la que tanto nos adoctrinaron, no es más que la insatisfacción constante. La duda omnipresente sobre si la vida que vivimos es la única, la mejor o la menos mala de las posibles. El no saber si lo que hacemos es la apuesta ganadora.
Si así fuera, me quedo con otra duda existencial: La de no saber quién ha aprovechado mejor ese sentimiento. Si las religiones, especialmente la católica, o el capitalismo. Las primeras, llamando a la resignación de los desfavorecidos por el presunto bienestar al otro lado de la muerte. El segundo, haciéndonos creer que la solución a nuestra insatisfacción es el último modelo de cualquier electrodoméstico, el trapito de temporada, el auto de mayor cilindrada… en fin, el deseo por el consumo, motor y esencia de su estructura.
Fuera como fuese, no nos queda otra que aprender a convivir con esa duda. En la medida de nuestras posibilidades, domesticarla, para que no nos revuelva más de lo imprescindible o necesario. Es que, visto así, si no hubiera sido por ella, por esa angustia por cambiar, nos habríamos quedado en la edad de piedra. Aunque, como diría Groucho, para llegar a las más altas cotas de la miseria, quién sabe si ha valido la pena.
Reflexiona Vinyamata en su manual de Conflictología: “Creerse en posesión de la verdad llevará con facilidad a adoptar actitudes y planes tendentes a establecerla que se alejarán de la tolerancia y del respeto de la diferencia y de la disidencia. La duda persistente también puede conducirnos hacia un pesimismo, así como a la indiferencia frente a los problemas ajenos”.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Tormentas de colores


Recuperar el silencio
Ése que a ratos ensordece
Al que hoy salpican los golpes de viento.

Disfrutar de la calma
del sinreloj
Improvisar

Dejarse llevar por lo que pida el cuerpo.

Ordenar los rincones agolpados de papeles y trastos viejos
Descubrir en el fondo del armario que los años no pasan sin más
Tener tiempo para todo lo pendiente
Y hasta para decidir "mejor, mañana"

Botarse en el sofá
Saborear la música, con ese sonido especial que toma después de organizar el caos de CDs
Encontrar la ocasión de ver aquella peli que bajaste hace tanto.

… Son algunas de las bondades de estas rachas de tormentas y alertas coloridas.
Nunca saqué tanto partido a una recomendación oficial.
Mucho menos a la de quedarme en casa.


miércoles, 10 de febrero de 2010

taxonomía


Hay problemas que se resuelven y problemas que no se solucionan nunca, que van mutando pero permanecen. Con los que tenemos que acostumbrarnos a vivir.

Hay problemas que evitan otros problemas.

Y problemas que tapan otros problemas.


Entre otra gran variedad de especímenes, claro está.


lunes, 8 de febrero de 2010

el momento preciso


Hacía unos meses que el ritmo había cambiado. Los besos habían desaparecido de los saludos y de las buenas noches. El sexo pasó de apasionado a ocasional y, sinceramente, bastante rutinario. Ya no se frotaban los pies fríos bajo las sábanas, donde cada cual se limitaba a ocupar su esquina para roncar. La confianza dio permiso a la aerofagia. Los temas de conversación ya no resultaban emocionantes, mucho menos interesantes ni sorpresivos. Se tenían aprendidos los argumentos, los giros, los gestos, las estrategias. Llegados a ese punto, se miraron a los ojos y concluyeron: ¡Vamos a casarnos!

miércoles, 3 de febrero de 2010

El camino del agua


Llueve sobre Canarias y el agua hace lo que mejor sabe: buscar camino. Deslizarse por los barrancos que erosionó durante siglos, desde el cielo ennegrecido hasta el océano.

Cuando le cubren de cemento y asfalto sus senderos, el agua no destroza, recupera lo que es suyo o, a lo sumo, busca alternativas.

Y si las avenidas tapan las salidas al mar, sin dejarles una tubería ni un simple arco, pasa por encima o las arrastra. Si las carreteras cortan las laderas, ella las salta. Si urbanizan las faldas de las montañas con alcantarillados ridículos, los rebosa.

En mis primeros años laguneros, en mis universitarios ochenta, recuerdo semanas de lluvia desenfrenada que parecían escenificar las tormentas del Macondo que leía por entonces. De esos tiempos no recuerdo metros cúbicos ni destrozos como los de ahora. Claro que aún no habían llegado los tiempos del ladrillo desenfrenado ni el nacionalismo se medía en kilómetros de autopista subvencionada por la Metrópoli.

Me aburren las teorías de la conspiración, pero no termino de rechazar la existencia de cerebros mercantilistas que se frotan los dedos con la caja que harán en los proximos meses reparando tanto destrozo. Y hasta la próxima lluvia.