martes, 30 de diciembre de 2008

Reciclaje


Los malos recuerdos, la memoria tóxica y otras basuras le iban asomando siempre. Salían de cualquier bolsillo, se columpiaban de la coletilla de cualquier conversación. Estaba realmente cansada de tropezarse con ellos a cada rato. Quizás por eso se le ocurrió ir recogiéndolos y metiéndolos en una enorme bolsa.


Cuando acabó de reunirlos, hizo un buen hoyo en el jardín donde vertió todas sus malas experiencias y otras basuras personales. Después de cubrirlas con una capa de ideas fértiles, las regó con lluvia de sonrisas y, cada día, las abonaba con sus mejores augurios.


No tardó mucho en brotar una hermosa enredadera que, poco a poco, cubrió los muros del patio y trepó por las paredes de la casa, hasta tapizarlo todo con flores de fragancia risueña y otros aromas reconfortantes.


domingo, 28 de diciembre de 2008

Ochos

Me llama un amigo y me pregunta si he escrito la carta a los Reyes. Le digo que soy republicano pero él, sin darse por aludido, insiste. Se empeña en que tengo que desear algo para el nuevo año. Tampoco le valen mis argumentos de mal comportamiento acumulado, está convencido de que aún estoy a tiempo de portarme bien hasta el día seis.



Me obliga a pensarlo, hasta a escribirlo. No sé si pretendía tanto. Lo cierto es que este fin de año se basta sólo, pues ya será una alegría que acabe 2008. Ha sido tan ajetreado que he terminado por revisar y elaborar una hipótesis: Todos los años acabados en ocho le han dado un revolcón a mi vida.


En 1968, calculo que fue cuando me escolarizaron, con lo que eso significa de final del paraíso hogareño y comienzo del adoctrinamiento socializador. Horarios y demás jerarquías.


En 1978, creo recordar, pasé del colegio al instituto. Bluf, digo BUP, cuántos universos por explorar.


En 1988 acabé los estudios, salté del sistema educativo al mercado laboral. De cabeza, sin paracaídas ni red. O sea, sin alfombras ni padrinos.


2008 aún lo digiero.


¿Deseos?, me bastará con que pase. Estoy convencido de que 2009 será, como mínimo, más agradable. Menos tormentoso.


Luego están los budistas, para quienes el deseo es el origen de todos nuestros males. El consumismo es detestable, querer siempre más y no valorar lo que se tiene es un absurdo que la publicidad explota muy bien. Pero tampoco imagino una vida sin deseo, que no tiene nada que ver con la ambición, ese gusano que corroe las organizaciones y el ingenio.


sábado, 27 de diciembre de 2008

Sospechas



Y si al final resulta que nada vale la pena. Ni el superordenata. Ni el coche de tus sueños. Ni el piso nuevo. Ni la segunda residencia. Ni el viaje a la quinta chimbamba. Ni el polvazo de tu vida. Ni cambiar el mundo. Ni la coherencia.

Si al final la nada es la única respuesta. Si el tal Sartre tenía razón y el vacío lo llevamos siempre dentro. Sin remedio.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Timos varios


Los libros de autoayuda son como los cursos del INEM (léase Servicio Canario de Empleo y similares), ésos con los que dicen pretender formar a desempleados para reinsertarlos en el mercado laboral.


El susodicho género libresco sólo resuelve la situación económica de sus autores y editores. La formación pública, por su parte, autoayuda exclusivamente al profesorado y a las entidades organizadoras.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

De calles y fantasías

tonijerez.com


Uno le echa la culpa a las obras, que si la circunvalación, las vías peatonales, los cambios en el tráfico…, pero sospecho que la desmemoria de los años tiene mucho que ver en esto. La otra noche me perdí por mi ciudad, en las calles por las que crecí. Las confundía. Me vi incapaz de llegar a donde creía ir.


Es cierto que las obras cambian el concepto de Isla. Me rompen el esquema espacial que me costó años construir. Varían los tiempos de los trayectos y, con ellos, la percepción de la distancia. Los nuevos accesos pasan por lugares que antes estaban escondidos. Los puntos de referencia ya no están donde siempre, subiendo a la izquierda ni bajando a la derecha. Ahora sencillamente no se ven, descubriéndose nuevos paisajes y perspectivas.


Unos días después visité Telde. No dudé en buscarme un guía. Al amigo Ricardo, el mejor. San Francisco, San Juan… Por allí andábamos cuando entramos al universo de Antonio María, a la Casa Museo de Fernando León y Castillo. Encantado de ejercer de cicerone, el director del establecimiento nos sumergió en los muchos tesoros del inmueble, buceando entre los miles de detalles de cada cuadro, ésos que sabe iluminar con elaboradas interpretaciones, entre tantas reliquias, descifrando la simbología de cada rincón, que salpica con risas y anécdotas de su propia vida.


De las muchas lecciones con las que Antonio María sembró la mañana, una que él mismo recibió de su madre, que siempre va con él: “Cuando la realidad te agobie, que viva la fantasía”, le dijo ella de pequeño, rompiendo en mil pedazos la hoja del cuaderno, la que contenía aquella antipática división que no se dejaba resolver.


lunes, 22 de diciembre de 2008

La caja de cartón

El teatro cine Hermanos Millares, en construcción. FEDAC.

Al abrir aquella caja de cartón, el salón se llenó de imágenes. Visiones de pasados que no todos vivimos.

Desfilaron personajes y anécdotas. Viajes a otras islas, de cuando los trayectos eran homéricos. Fotos a pie de avión, en un Barajas lejano, tras interminables seis horas de vuelo en aparatos de motores infernales.

Aparecieron algunos escritos, testimonios de las horas exactas de partida de aquellos barcos que se llevaron a hermanos y ahijados de guerra, rumbo a Ceuta, con futuro incierto, sin fecha de vuelta. Otros, con idéntica caligrafía simétrica, daban fe de la hora precisa del atraque del buque que los trajo, por fin, aunque sólo fuera de permiso.

Imágenes del Carnaval que fue, cuando las mascaritas ocultaban sus rostros. Y de bailes con novios que se llevó el tiempo.

Una tarde de risas, llantos y más risas. Completando biografías, ordenando personajes y recuerdos. Historias que ya no cabían en aquel pequeño recipiente acartonado.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Espirales

De vuelta a casa por Navidad.

Todo sucede a modo de espiral. Vamos dando vueltas por situaciones similares una y mil veces. Las afrontamos de forma distinta cada vez, porque ya no somos los mismos. Éllas, las circunstancias, tampoco reaparecen idénticas, aunque cuánto se parecen.


También influirá nuestra tendencia a etiquetar. Encontrarle parecido a lo nuevo con algo que ya conocemos nos da una cierta seguridad, una falsa sensación de control que nos tranquiliza. Creemos que comprendemos lo que pasa, aunque siempre se nos escapan miles de variables. Sin olvidar que la mayoría de los casos no tienen maldita explicación.


viernes, 19 de diciembre de 2008

...buen descuadriculador será



Sintió que su cabeza estaba demasiado cuadriculada. Todo encajaba perfectamente en alguno de los muchos poliedros consecutivos y jerarquizados con los que medía, pesaba, etiquetaba cada fragmento de la realidad.

Sin motivo aparente, decidió buscar un descuadriculador que la descuadriculara, que buen descuadriculador debía de ser.

Cuando finalmente lo encontró, se sintió perdida, perdida y feliz, encantada por los muchos misterios que le ofrecía la vida.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Desorden violento



Era un tipo violento. Violento y desordenado. Seguramente alguna vez tuvo algo de sentido del humor, puede que hasta chispa y lucidez, pero lo había perdido todo por no se sabe qué bolsillos.


Solía tener arrebatos de cólera, manifestación de sus muchas frustraciones. Lamentablemente, también había extraviado, hacía ya mucho, las habilidades precisas para su manejo, si es que alguna vez las tuvo.


En una de aquellas explosiones, la ira, una vez más, lo llevó con violencia contra los suyos. No se sabe si le floreció una lucidez espontánea o se trató de uno de sus muchos desórdenes pero, lo cierto es que, en lugar de atacar primero a sus familiares y luego a sí mismo, esta vez, empezó por empeñarse con saña contra él.


Sus familiares, ilesos, lo llevan a enterrar.


martes, 16 de diciembre de 2008

Palabras


Lo que no tiene nombre, no existe. Se pierde en el tumulto de sus semejantes, bajo sustantivos genéricos.


Los nombres que no se pronuncian, los que ni siquiera se piensan, acaban olvidándose. Su semántica vuelve a diluirse con el significado de otros términos.


(((No sé si es cierto, pero suena bien. Y hasta puede que con las emociones ocurra algo parecido.)))


lunes, 15 de diciembre de 2008

La despedida


Hay gente que no merece otra cosa
.


Oportunidades


Hacía tiempo que no cuadraban los números y esta vez no sirvió mirar a otra parte desoyendo las alarmas de los contables.


Los impagos crecieron al tiempo que huían los avales. Hubo que despedir a la plantilla, liquidar todo lo que se pudo… Los acreedores se quedaron con el resto.


El servicio de la casa también desapareció. No quedó más remedio que aprender a disfrutar del arte de los fogones, hasta de poner en práctica todo el sibaritismo adquirido en miles de sobremesas. Una exquisitez.


Los deportivos abandonaron el garaje, habitado ahora por un pequeño utilitario que, mira por donde, llega igual de lejos, consume y contamina menos, además de aparcarse en cualquier sitio.


El transporte público resultó otro gran descubrimiento: viajar sin estrés, aprovechar el tiempo para la lectura, hablar con compañeros de trayecto…


Los niños dejaron aquel colegio de hijos de empresarios, donde todos eran iguales, y comenzaron a relacionarse con chicos diferentes. De todos aprendieron.


Por las mismas fechas, se desintoxicaron de la moda y las marcas. Dejaron de comprar porque sí y de estrenar a cada instante. Hallaron tesoros en el fondo de sus armarios, por donde antes no tenían tiempo de bucear.


Empezaron a encontrar cerca lo que antes sólo buscaban en países lejanos. Ya no acudían a cócteles ni a fiestas. No los invitaban.


Cambiaron los clubes por las playas. El yate, por la arena.


Ampliaron sus interlocutores y sus temas de conversación crecieron. Ya apenas recurrían a los vaivenes bursátiles ni a las cilindradas de sus vehículos.


No tardaron mucho en hacer balance y concluir que a esta crisis le habían sacado mucho rendimiento.


jueves, 11 de diciembre de 2008

De derechos y de humanos



Estos días se habla mucho de derechos humanos, de derechos humanos no respetados. Y no hace falta irse a los más sofisticados. Basta con echar un vistazo a la alimentación, la vivienda, el trabajo, la educación.


Al mismo tiempo, un reportaje ha devuelto a la palestra el ni siquiera reconocido de morirse cuando uno lo considere pertinente.


Ahí están siempre los detractores de la eutanasia, que tienden a hablar en nombre de su dios, empeñados en que sea el de todos.


En acercarle los mandos al paciente para que desconecte esos aparatos que le mantienen en semejante sinvivir, en poner en sus manos el interruptor, en eso ven un gesto antinatural.


No sospechan que lo que cambia el ritmo y los tiempos de la naturaleza es la intervención humana, pero al enchufar a un moribundo a una máquina para que respire, al doparlo hasta límites imposibles para que aguante el dolor como sea. Y para siempre. Sin remedio.


Quizás fue su mismo dios quien decidió hace tiempo esa muerte y, por contra, el intervencionismo clínico lo mantiene en esa seudovida.


Otra cuestión me llama mucho la atención de su discurso. Dicen los pancarteros de la vida ajena que el Estado no debe intervenir en la muerte de los ciudadanos. Liberales me salieron. Pero, ¿no lo hace ya, al impedir que cada cual se muera cuando le venga en gana?


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Una genialidad, con 40 € de presupuesto.


Malviviendo Capítulo piloto from malviviendo on Vimeo.


Una genialidad como ésta, hecha con 40 €, tiene que sacarle los colores a más de un subvencionado y, sobre todo, provocar una hecatombe en las políticas culturales que padecemos.

Donde hay creatividad, de la nada salen joyas. De donde no hay, ni con millones y campañas, nada se podrá sacar.

No se lo pierdan. Puede que tarde un poco en descargarse, el montaje dura unos quince minutos. Vale la pena esperar, se los aseguro.

Para saber más, no dejen de visitar www.malviviendo.com

martes, 9 de diciembre de 2008

Qué hacer


Qué puedo hacer con la madrugada

con los días nublados y el frío en los huesos

con los silencios eternos y el amanecer que no llega


lunes, 8 de diciembre de 2008

Desparejas



Hace tiempo que lo observo. Las personas que conviven durante décadas terminan pareciéndose. No sólo en las maneras de hablar ni en los gustos superfluos. No, eso se les pega en las primeras semanas de estar juntos. O quizás sea por eso que se juntan. A saber.


El parecido que me llama la atención es otro, el físico, porque he notado que los rasgos acaban asemejándose. El color o las manchas de la piel. La forma de los ojos. Las manos y hasta las arrugas. Con el tiempo, muchas parejas terminan pareciendo hermanos.


Siempre me dio por pensar que la explicación a este fenómeno estaba en la comida. Pasarse años consumiendo los mismos alimentos, combinados en las mismas recetas e ingeridos en las mismas frecuencias temporales, eso es lo que debe generar tales similitudes orgánicas.


Compartir cama y clima también tendrá algo que ver, supongo. Lo cierto es que no tengo ni la más remota idea. Pero ahí están ellos, tan iguales.


Luego hay otros que se parecen menos, pero les da por vestirse del mismo modo. El otro día me crucé con una pareja que físicamente no tenían nada que ver pero, para mi sorpresa, iban equipados exactamente idénticos, como hermanitos gemelos: camiseta, pantalón, zapatillas, calcetines. Hasta las mochilas y las bicicletas. Todo obsesivamente repetido. No se diferenciaban ni en una tonalidad.


La visión me dejó pensando, ya no en las causas de semejante mimetismo, sino en qué será de estos seres si alguna vez se separan. ¿Deambularán perdidos como siameses divididos? ¿Buscarán otro molde en el que metamorfosearse? No tengo ni idea.


domingo, 7 de diciembre de 2008

Todos mienten


Me crié en un barrio obrero que gozaba de mala reputación, aunque nunca me ocurrió nada diferente en sus calles. Tampoco vi que a nadie le pasara. Fue lejos de él donde descubrí a los mayores delincuentes y presencié o padecí los peores atracos. Muy lejos de allí, todavía hoy, escucho historias estrepitosas en boca de gentes que nunca lo visitaron.


Con los años, me trasladé a una ciudad universitaria, pero los oráculos de la cultura y la intelectualidad no resultaron tan eruditos como presumían.


Por aquellos tiempos, me acerqué a quienes pretendían arreglar el mundo. Tampoco ésos acabaron siendo lo que megafoneaban.


Poco más tarde, cosas de la vida, habité en zonas residenciales de muy buen ver, pero sus vecinos no eran tan exquisitos adinerados, cultos ni educados. Ni siquiera todos eran honrados.


Trabajé en organizaciones donde unos pocos ocupaban grandes despachos y se embolsaban frondosos salarios. Se les suponía los más capacitados. Tremendo fraude.


Leí libros de autores renombrados con contenidos insulsos. Al mismo tiempo, escuché a magos analfabetos construir reflexiones maravillosas y relatar verdades como montañas.


Compré ropas de marca, que no me hicieron guapo ni elegante. Gasté dinerales en electrodomésticos, pero en su interior no hallé la felicidad eterna.


Lo único cierto debe ser que todos mienten.


viernes, 5 de diciembre de 2008

nacionalismos


Todos lo estudiamos en clase, ¿no? La nación se la inventaron las burguesías para garantizarse el control de los mercados en un territorio.


El imperialismo, la globalización como lo llaman ahora, surgió poco después. Desde que algunos no se conformaron con su mercado local y les entró el apetito por el de al lado y el otro y el de más allá.


El éxito se lo garantizaron hipnotizando a los consumidores vecinos, de forma que comenzaron a comer, vestir y soñar precisamente con lo que ellos les vendían. También les resultó muy práctico desmantelarles los sistemas económicos, impidiendo que siguieran produciendo todo lo que necesitaran, no quedándoles más narices que comprarlo fuera. O sea, a ellos.


En fin, una panda de avariciosos que se comen unos a otros.


¿Alguien se cree eso que repiten hasta el aburrimiento? Aquello de la generación de riquezas para el conjunto de la sociedad y tararí tarará. Seguro que ellos tampoco. ¿Conocen a algún empresario que monte un negocio calculando la rentabilidad que obtendrán sus convecinos? Si encuentran a alguno, apresúrense en darle un nombre compuesto en latín y registrarlo. Será una mutación genética o algo así.


Por eso, cuando escucho los postulados nacionalistas, no puedo dejar de ver a alguien cabreado porque le comieron el mercado que quería para él solito.


No veo mayor problema en la raza, el pedigrí ni en el lugar de residencia de quien corta el bacalao y se queda con la mejor tajada. Sino en que exista alguien que parta y reparta.


También están quienes argumentan que la nación es un sentimiento. Y quienes ven en ella una cuestión lingüística, hasta de entonaciones y acentos. Siempre hubo quien vinculó la idea a una tela de colores, a una música y hasta a un equipo de fútbol. O quien se abrió mercados a cañonazos en nombre de la democracia. Quien construye autopistas para inyectar sus mercancías y succionar materias primas o trabajo barato, al tiempo que levanta murallas para que no salgan las personas…


Hay casi tantos ideólogos como fronteras.


miércoles, 3 de diciembre de 2008

ambiciones


Nunca entendí a quienes se afanan por una porción de poder. A ésos que pretenden mandar a toda costa. O simplemente mandar.


Jamás supe si actúan convencidos de tener la razón en todo momento, si realmente creen que su cerebro, único y solitario, es más ágil, clarividente y potente que el del resto de los mortales que le rodean, incluso en su conjunto.


Tengo serias dudas al respecto. Puede que, en realidad, sepan de sus muchas limitaciones. Y hasta que su tremenda arrogancia no sea más que un paraguas con el que protegerse del vértigo, el que les genera el abismo y el sinsentido. Como a todos.


Menos comprensible me resulta que se crean merecedores del pedazo mayor de la tarta.


Pero existen otros personajes a quienes entiendo menos aún, si cabe. Esa legión de personas que deambula a la sombra de los primeros.


Éstos, los segundones, optan por callar y repetir los discursos ajenos, se dejan la piel por unas palmaditas en la espalda y unas migajas de reconocimiento. Protegen su cutis del sol y se cobijan del frío bajo banderas ajenas. Son los francotiradores del discurso y los intereses de terceros, dispuestos a machacar a quien prefiera bailar a su propio ritmo.


Los segundones son todavía más nocivos. Sin ellos, los primeros no serían más que personajes patéticos sin futuro. Sin ellos, nos habríamos ahorrado episodios lamentables de la mitad del siglo pasado. Y muchos malos rollos cotidianos.


martes, 2 de diciembre de 2008

interpretaciones


I. Miró a su alrededor, ató cabos, y lo interpretó todo de muy mala manera. Tras semejante visión no se le ocurrió nada mejor que enroscarse en la espiral de su caracola. Allá adentro, en plena oscuridad, reinventó los motivos, magnificó los daños y hormigonó su lectura del mundo exterior, ése que tanto le desagradaba.


Muy rara vez, con mucho temor, se animaba a sacar una sola de sus antenas para confirmar, cómo no, que todo era aún peor de lo que imaginaba.





II. Miró a su alrededor y, como era de esperar, vio muchas cosas que no le gustaron. También por eso, optó por concentrarse exclusivamente en lo que realmente le satisfacía. En lo que consideró que valía la pena.


Y así fue, zigzagueante y optimista, esquivando todo lo que le desagradaba, sacando el mejor partido a las cosas buenas y los buenos momentos. Ésos que iba coleccionando en la espiral de su caracola, donde sólo entraba para reponer fuerzas y seguir adelante.


lunes, 1 de diciembre de 2008

Ayer cumplió cinco años



Hace un par de semanas, la madre lo sorprendió jugando con palabras mientras lanzaba pompas de jabón. Le dio tiempo a apuntarlas. Decía algo así:


Vuelan bolitas como mariposas

donde las empuje el viento
con el aire libre

Vuelan bolitas como vuelan los pájaros

en el aire libre
del sol y las nubes

Poeta vuela

donde te empujen los pájaros y las nubes

hasta el castillo.


Saulo López, 15 de noviembre de 2008.


Para mí, sin duda, su mejor frase es la que usa para darnos las buenas noches:

"Te quiero hasta el espacio interior.
Un lugar donde nadie pasa frío."

jueves, 27 de noviembre de 2008

la mujer jirafa


Vivía a kilómetros de altura. Y es que estiraba el cuello todo lo que podía con la única finalidad de mirar desde lo alto a su prójimo. Bueno, aunque para ella no eran tal cosa.


Siempre quiso llegar más lejos. No sabía hasta dónde, pues lo que realmente no soportaba era quedar por debajo de nadie. No es que rechazara las jerarquías, en absoluto. Lo que no resistía era estar en las capas bajas de la pirámide. Fuese de la naturaleza que fuera.


Para subir escalones, se apoyaba en quienes tuviera cerca. En quien pillara más a mano. Poco a poco ganaba su confianza, con el objetivo claro de enganchar el hombro ajeno hasta instalar allí sus manazas, primero, y sus rodillas, después. Acto seguido, alcanzada la nueva posición, renegaba con vehemencia del sujeto a costa del que había tomado impulso.


Cosas de la vida. Aunque todo el mundo, especialmente sus víctimas, siempre sospechó que perecería por causa de un tremendo constipado, fruto de la gélida soledad de sus alturas y maneras, no fue ése su final. Tampoco la fractura de cervicales ni la infección de la lengua que tanto arrastró para abrirse camino. No, en absoluto. Su final lo ocasionó una minúscula obstrucción de un diminuto vaso en el más pequeño de sus dedos. Precisamente en sus pies, aquellos que hacía mucho tiempo no recordaba dónde los tenía.


miércoles, 26 de noviembre de 2008

Ariadna y la oruga


Ahogada en soledades y silencios, despegó de su planeta hostil a bordo de una pantalla y un teclado de letras ya borrosas. Planeó por cientos de perfiles y conversaciones estúpidas, que le llenaron el tiempo, deshojando hora a hora las interminables madrugadas insomnes.


Presuntas confidencias de personajes virtuales, descoloridos en el interior de un pequeño recuadro, al otro lado de las olas y el salitre. O quizás a tan sólo unos metros de su piso de barrio ¿Quién sabe? Demasiado absurdo. Demasiadas tristezas en un único teclado.


Entre vendedores de abdominales achocolatados, promesas de polvos insuperables y fantasías de submundos perdidos, buscaba sin éxito la salida al zumbido de sus silencios penetrando en un bucle de revolcones con cuerpos desalmados. Sólo conseguía amplificar el eco.


Aquella madrugada fue distinta. Acababa de concertar otro de aquellos desencuentros en ninguna parte y, sin motivo aparente, volvió a retocar su cuerpo tuneado de macarra fatal. Los muchos piercings, tatuajes y depilaciones imposibles compartieron protagonismo con pintura de uñas y tacones, bolso de señora y abrigo de tres cuartos. Esa noche, ya frente al nuevo desconocido, se supo diferente.


Sabedora del resultado, de la pegajosa canción que la acompañaría de vuelta a casa, decidió no entregarse a otra sucesión de abdominales contorsionistas, de intercambios de flujos ni succiones. Se resistió a deslizarse por la misma espiral del mismo sumidero de la misma madrugada.


Sin abandonar el desparpajo habitual ni cultivar nada parecido al pudor, Ariadna exhibió su sonrisa y sus razones, sus sentimientos y cimientos. Su dolor.


((Al acompañante ocasional, que no usaba gafas de pasta negra ni tocaba el clarinete, se le quedó cara de vecino de Manhattan. Pese al orgullo de ser el elegido para presenciar aquella reconversión de la oruga, no dejaba de preguntarse ¿Tenía que tocarme a mí? ¿Tenía que ser precisamente esta noche?))