miércoles, 24 de diciembre de 2008

De calles y fantasías

tonijerez.com


Uno le echa la culpa a las obras, que si la circunvalación, las vías peatonales, los cambios en el tráfico…, pero sospecho que la desmemoria de los años tiene mucho que ver en esto. La otra noche me perdí por mi ciudad, en las calles por las que crecí. Las confundía. Me vi incapaz de llegar a donde creía ir.


Es cierto que las obras cambian el concepto de Isla. Me rompen el esquema espacial que me costó años construir. Varían los tiempos de los trayectos y, con ellos, la percepción de la distancia. Los nuevos accesos pasan por lugares que antes estaban escondidos. Los puntos de referencia ya no están donde siempre, subiendo a la izquierda ni bajando a la derecha. Ahora sencillamente no se ven, descubriéndose nuevos paisajes y perspectivas.


Unos días después visité Telde. No dudé en buscarme un guía. Al amigo Ricardo, el mejor. San Francisco, San Juan… Por allí andábamos cuando entramos al universo de Antonio María, a la Casa Museo de Fernando León y Castillo. Encantado de ejercer de cicerone, el director del establecimiento nos sumergió en los muchos tesoros del inmueble, buceando entre los miles de detalles de cada cuadro, ésos que sabe iluminar con elaboradas interpretaciones, entre tantas reliquias, descifrando la simbología de cada rincón, que salpica con risas y anécdotas de su propia vida.


De las muchas lecciones con las que Antonio María sembró la mañana, una que él mismo recibió de su madre, que siempre va con él: “Cuando la realidad te agobie, que viva la fantasía”, le dijo ella de pequeño, rompiendo en mil pedazos la hoja del cuaderno, la que contenía aquella antipática división que no se dejaba resolver.