viernes, 25 de junio de 2010

políticamente incorrecto

Más de una vez escribí que las cosas que no tienen nombre, de las que no se habla, en las que no se piensa, no existen o acaban desapareciendo. Estaba convencido desde entonces de la importancia de las palabras para conocer el mundo, discriminar, sentir, pensar sobre objetos, procesos, emociones... Así y todo, mantuve y mantengo que existen cuestiones en las que más vale no pensar, en las que mejor no ahogarse, básicamente, porque su solución o evolución escapa de nuestro alcance, no está en nuestras manos.



Estos días, leyendo a Arnold Mindell, un gurú de la conflictología, encontré la cita que reproduzco al final y me llevó a deshacer el mismo ovillo hasta reconocer que el silencio también es aliado de las situaciones injustas, de las batallas eternas, que perpetúa las diferencias al hacerlas invisibles, negándolas. En muchas ocasiones es preciso reconocer la existencia del conflicto, del otro, de la diferencia, instalarlos en lugar visible y afrontarlos a plena luz.

En el terreno social, esta lectura desmonta la presunta idoneidad del lenguaje políticamente correcto, tan aparentemente progresista.

"La corrección política -la idea de que la gente no debería ser racista, sexista, antisemita, homofóbica, etc.- olvida que los prejuicios no tendrían por qué prohibirse si no existieran. La corrección política lleva a ocultar los prejuicios. La gente que pertenece a una minoría política o a un grupo marginado se siente paranoica porque la corrección política oculta la dominación bajo el subsuelo, haciendo que sea más difícil trabajar con ella."

MINDELL, A. Sentados en el fuego. Editorial Icaria. Barcelona, 2004

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