jueves, 21 de octubre de 2010

en cualquier papel


Tengo especial debilidad por los periódicos y revistas manufacturadas, ésas que hacen cuatro amigos con mucha ilusión, algunas ideas y apenas medios. Desde que tengo memoria me embarco en esos microproyectos seudoeditoriales y, por supuesto, cada vez que cae en mis manos algún ejemplar del género lo devoro con complicidad.

Hoy me crucé con varios números de una revista hecha por chicos en un centro de internamiento de medidas judiciales. Como no podía ser menos, los escudriñé desde la portada hasta la última. Desde uno de aquellos folios fotocopiados, me llamó un texto titulado "Vivir como flores" o algo así. Conociendo la procedencia de la edición, me picó la curiosidad. Venía a contar, con estilo pretendidamente oriental, cómo un maestro adoctrinaba a sus discípulos para que vivieran de ese modo. La cosa, explicaba, consiste en ser capaces de sacar lo bueno que haya en el estiércol, como hacen las plantas con sus raíces, al tiempo que regalamos al ambiente el mejor de nuestros aromas.

Como moraleja, el texto concluye diciendo que es justo preocuparse por las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios y fallos de los demás te angustien y te incomoden.

Es más que probable que era eso lo que yo necesitaba leer en estos días, la lección que debía aprender de lo vivido estas semanas. Lo que no sospechaba era dónde iba a encontrarla.

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