jueves, 7 de octubre de 2010

cambio de caracola

 

Cambiar de caracola tiene mucho de renovación, también de desorientación y salto al vacío.

Se tarda un tiempo en descubrir qué personaje duerme al otro lado de la pared, ésa sobre la que ahora reposa el cabezal de mi cama; en saber a quién molestan mis pisadas, de dónde vienen los ruidos o a qué volumen puedo escuchar la música y seguir pasando desapercibido.

Por ahora, sólo unos saludos a desconocidos mientras invado el pasillo y bloqueo el ascensor con mis pertenencias, con buena parte de mi intimidad aireándose por las ranuras de cajas y bolsos. Fragmentos de mi biografía que miran de reojo esos extraños que suben y bajan, como queriendo escudriñar el imaginario del nuevo habitante del gran caparazón que  ahora compartimos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguro que es para bien. Las caracolas hay que cambiarlas de vez en cuando, porque se vuelven asfixiantes.
Mucha suerte.

forever dijo...

Like your writing style!! Please keep on working hard. ^^

Semi dijo...

Cambiar de casa y aires siempre es bueno, al menos sirve para eliminar cantidad de vanalidades inecesarias que se acumulan sin darte cuenta, hasta que te mudas. Limpieza inmisericorde,Javi.Suerte.