sábado, 12 de febrero de 2011

reinventarse



En ocasiones no queda otra que reinventarse. A fuerza de repetición, todo sigue igual. Y no tiene nada que ver con ser constante o abandonar. Tampoco con la coherencia, pero sí con la necesidad de cambiar los guiones si, de verdad, buscamos que la película tenga otro final. Me temo que no basta con retocar los diálogos.

Lo peor, el vértigo. Esas noches en las que la cama se convierte en embudo de paredes deslizantes y te arrastra a un vacío sin ningún maldito reflejo ni un triste punto de referencia. O cuando al mundo le da por hacerse enorme y te deja ahí, tirado, en el más ínfimo de los rincones de tu cuarto.

Va a resultar que lo mejor es dejarse llevar por el impulso kafkiano, por mucho que los demás insistan en que nos hemos convertido en bichos raros.

Siempre creí que la inteligencia se pone a prueba con la adaptación a situaciones nuevas y cambiantes. Ya lo dijo Darwin.

1 comentario:

Toni dijo...

Pero lo mejor de todo, es que en el fondo, en el fondo, permanece lo esencial de cada uno. ¡Lo que ocurre es que en algunos, lo esencial es el cambio!. Saludos querido Javi, y no cambies nunca (en tus ganas de comprobar cuántos finales puede tener esta película que nos ha tocado vivir a ratos)