domingo, 19 de abril de 2009

La inspiración de Cortázar

Sentirse más inteligente que los demás es uno de los primeros síntomas de la estupidez crónica, del cretinismo como filosofía de comportamiento.

Estaba dándole vueltas a esa idea-conclusión-constatación cuando me tropecé con el vídeo de la entrevista a Julio Cortázar en la que relata como se le presentaron los cronopios en la soledad de un teatro vacío, durante el descanso de un concierto de Igor Stravinsky.

Cuenta que se fueron definiendo, a medida que los escribía, como esos seres creativos y asociales, en contraposición a los famas: tipos cuadriculados, controladores, amantes del poder sin límites ni escrúpulos.

Habla con la sencillez del genio, con la naturalidad de quien crea sin sofisticaciones ni hipotecas de las modas. Desvela una imaginación como camino de descubrimiento e interpretación de la realidad. Habla como un cronopio.

En sus antípodas, los famas, quienes concentran todo su ingenio en vampirizar y hacer caja a costa de la creatividad de los primeros.


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