viernes, 15 de octubre de 2010

agua

Los blogueros del mundo se han unido para realizar una acción global y escribir hoy  sobre el agua. Me parece una idea genial. Claro que, como nunca me gustó escribir por encargo, al ponerme a la tarea me encuentro espeso, falto de ideas, de originalidad para no correr el riesgo de repetirme entre tanto oráculo de la Red, a quienes, sinceramente, procuro no visitar ni, mucho menos, leer, no sea que me dé por plagiarlos o contaminarme.

Haré el esfuerzo porque la idea es buena, especialmente por la temática. Hartos estamos de escuchar bocas llenas de grandes palabras en pro de la generalización de la educación como motor de desarrollo. La educación y la cultura occidental, a ésa se refieren, por supuesto, lo que no deja de ser otra versión más del viejo colonialismo por mucho que se disfrace de altruista.


Y digo que me gusta que hablemos del agua porque no se puede reconstruir un país, un pueblo, una familia, si se está muriendo de sed y de hambre. De qué sirve la cultura en un cuerpo deshidratado, en un cuerpo desnutrido.

Lamentable, pero cierto: en pleno siglo XXI millones de personas mueren por carecer de estos recursos tan elementales o, en el mejor de los casos, deben recorrer kilómetros y colas interminables para conseguir unos litros de agua. Sí, de la misma que en la otra parte del Planeta dejamos correr descuidados por nuestros grifos abiertos mientras fregamos, duchamos, lavamos nuestros coches, celebramos fiestas presuntamente ancestrales... y mil chorradas más.

Pues vaya. Para no tener qué escribir, creo que me he echado unas cuantas líneas. Ya lo comentaba ayer: Tengo que aprender a guardar silencio ¡Buf, cuánto me cuesta!